12-15 Noviembre 2012
Escaladores:
Lorena
Manti
Angel
El año pasado hicimos una visita a Riglos a final de temporada y como nos dejó tan buen sabor de boca muchas veces habíamos comentado este año, cerveza en mano, que había que volver. Habíamos hablado mucho pero escalado poco, así que nos pusimos en marcha a pesar de que daban mucho frío y lluvias a partir del jueves.
Paramos en Logroño a comer al lado del Ebro una empanada y por la noche, con algún problemilla mecánico que otro, llegamos a dormir a Riglos con los oídos como si hubiésemos estado en la verbena de San Mateo por el escape roto de la furgo. Parecía que íbamos a tener dos días sin lluvia de momento, así que había que aprovechar que había mucha tarea pendiente.
Amanece con mucho frío, por lo que desayunamos sin prisa y cuando empieza a pegar el sol nos acercamos a la pared a por la vía Pany Haus, que sigue la chimenea de la derecha del Mallo Pisón, para ir tomando contacto con los Mallos. Casi todos los largos de chimenea entre IV grado y V grado menos un largo de 6b, en total 220 metros. Empezamos la cordada de tres sin prisa pero sin pausa, Lorena acostumbrándose a eso de las panzas rigleras y nosotros intentando sacar partida a las horas de rocódromo. Ya en el segundo largo nos confundimos y nos vamos a la vía de al lado que tenía unos apretones serios, pero bueno, rápidamente en la R2 nos volvemos a la chimenea a arrastrar el culete un poco más.
Chimenea de la Pany Haus
Los
largos van pasando aunque la panza de 6b se nos hace dura, de todas
formas después de esto la vía suaviza mucho y como es todo chimenea
y diedro ya no vamos a necesitar mucho bíceps de aquí en adelante.
Lo que sí íbamos a necesitar es ropa nueva porque las arrastradas
que tienen algunos pasos súper estrechos de la vía nos hacen sufrir
un poco. Tras estos largos de chimenea llegamos al collado del Pisón
y como íbamos con tanta calma tenemos que empezar a rapelar rápido
que se hace de noche pronto.
Piedra empotrada
Coincidimos
con unos franceses y empezamos a montar entre todos los rápeles, aún
así los dos últimos los hacemos de noche (y yo sin gafas). Así que
directamente al Refugio a tomar unas cervezas, cenar y a la cama
pronto. Quizás esta, a pesar de ser una vía clásica recomendada,
sea de las que menos nos han gustado de Riglos. O quizás es que este
año que estamos mucho más flojones no disfrutamos tanto. No sé,
pero por si acaso al día siguiente más para quitar las ganas.
Chimenea máxima
El día
después nos vamos para el Puro, que ya tenemos muchas ganas de
tachar este proyecto de nuestra lista. Esta es otra vía clásica
súper recomendada con un poco de todo, no sólo chimenea, y mucho
más mantenida que la Pany Haus. Casi toda la vía es V+ excepto unas
cuantas panzas de 6a+ y 6b que estaban bien protegidas. Lo malo es
que los primeros largos están orientados al oeste y hace un frío de
muerte, no hay manera de calentar las manos y además la roca está
congelada.
Vamos
tirando largos hasta que empezamos la chimenea entre el Puro y el
Pisón, que comienza con una panzona de 6a+++++++, a nuestro juicio
lo más difícil de la vía, y unos largos más tarde llegamos al
collado del Puro y el Pisón, y su mítica piedra empotrada. Aquí la
roca empieza a estar un poco más rota, lo que se une al ambientazo
de la vía. Varios largos con panzas fuertes pero con buenos agarres
y ya estamos en la cumbre del Puro, que tiene unos 4 metros cuadrados
y estando a 180 metros por encima del pueblo da hasta vértigo
ponerse de pies con el viento que hace.
En los últimos largos del Puro
Rapelando del Puro con el Firé al fondo
Ahora
quedaban los rápeles de bajada, en los que tenemos que ir sobre la
marcha ya que están preparados para cuerdas dobles y nosotros íbamos
con cuerda simple. Dejamos un maillón en la cumbre y empezamos a
rapelar por donde habíamos subido con la molestia añadida del
viento que nos llevaba las cuerdas al otro lado del Puro y nos da
algún que otro sustillo. Como hoy íbamos
bien de tiempo no arriesgamos y llegamos abajo con hambre y sed, así
que seguimos el ritual y a por el bocata y la Ambar. Esta sí que es
una vía muy recomendable típica de Riglos, parece mentira que haya
sido abierta hace 60 años por los míticos Rabadá, Navarro y
Cintero.
Y
viendo el tiempo y la flojera que teníamos este
iba a ser el último día de escalada en Riglos. Al día siguiente
nos damos un paseo por un sendero que recorre los Mallos y en dos
horas y pico llegamos a la furgo justo cuando se pone a llover.
Decidimos ir camino de vuelta a casa y, como no, paramos de camino en
Arnedillo a las termas a curar las heridas.
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