Refugio del Tres Mares, Brañavieja
Los valientes del sábado calentando motores en la cafetería del Chivo |
Por segundo año nos reuníamos todos los amigos y familiares de Eduardo en
su aniversario para recordarle con unas frías actividades de esquí y unas
buenas viandas que nos prepararon en el Refugio del Tres Mares.
No tuvimos tanta suerte con el tiempo como el año pasado y esto se notó
especialmente en el número de participantes de las actividades al aire libre, no
así en las actividades “indoor”. De todas formas se nota que la gente es dura y
los que estuvimos, sobre todo el sábado, nos ganamos de sobra la cena.
Ya los días anteriores teníamos dudas si íbamos a poder hacer la ruta que los diseñadores de la actividad tenían en mente, y es que tanto jueves como viernes hicimos varias intentonas para equipar el rápel y el corredor, y hasta que el tiempo nos dio el viernes por la tarde un poco de tregua no pudimos hacer más que portear material. Esa misma tarde se pudo preparar el corredor por fin y así dejarlo todo listo para el sábado.
Por la mañana allí aparecimos unos veinte locos desafiando al viento, la
nieve y la niebla y bastó con que una persona dijese que nos preparáramos para
salir todos disparados hacia el Pico Tres Mares. Parecía que iba a ir
despejando pero ya se sabe que cuando la niebla viene de sur y tapa el Tres
Mares el sol es difícil que aparezca…
Hacia abajo Polaciones, o eso creemos |
Salía hasta el arco iris en Polaciones |
Tras unos momentos de tensión/risas cerca del río y comer algo rápido
empezamos a remontar por detrás del Chivo y del Cornón hasta el corredor que
habíamos equipado con cuerdas fijas, que estaba entre el Cornón y el Bóveda. El
ritmo es muy bueno y llegamos a la base del corredor a prepararnos en muy poco
tiempo. Como este año éramos muchos menos que el anterior teníamos material de
sobra para subir todos seguidos, de esta manera lo podíamos hacer mucho más
rápido. Un “jumar” por paisano y a cramponear por la pared de nieve, y es que
hielo había poco. Lo que sí sobraba era viento, que hacía que hubiese a ratos
una ventisca insoportable en la pared, como decíamos los días anteriores algo
como el Ben Nevis escocés pero con vientos monzónicos campurrianos.
Perspectiva del corredor desde una de las reuniones |
La gente subió con más o menos dificultades a pesar de los problemas con
los jumar congelados y las coladas que caían de arriba, pero lo que no
imaginábamos era el vendaval que nos íbamos a encontrar a la salida del
corredor…ese vientazo del sur huracanado hacía imposible estar en el collado
más que para ponerse los esquís y bajar sin pensarlo hasta el Refugio. Llegábamos
casi sin comer un rato antes de anochecer y pensando en la cenorra y las
cervezas que nos esperaban allí. Y es que la satisfacción de haber disfrutado
de una gran excursión en un día que no pintaba bien es mucho mayor. Allí nos
esperaban otros amigos que se juntaron para la cena y los digestivos, pero
estábamos cansados y la cosa no se alargó mucho.
En uno de los resaltes del corredor |
Al día siguiente amaneció incluso mucho peor, así que aunque hubo unos
pocos que se atrevieron y subieron a la Tabla a hacer una bajadilla rápida la
mayoría se quedó en el Refugio preparando todo para la gran comilona que nos
esperaba. Íbamos a estar algo apretados porque esta vez no hacía para estar en
la terraza, pero la comida estaba igual de rica de sentado que de pie. Fuimos
más de 100 familiares y amigos que pasamos un día muy agradable con la tripa
bien llena de jamón y queso, patatas con costilla y arroz con leche. Muchos de
los familiares se retiraron pronto porque nevaba con fuerza y tenían un viaje
largo de vuelta a casa y otros nos quedamos de cantineo dominical como de
costumbre.
¡Una vez más otro gran finde recordando a Eduardo! ¡El año que viene más!
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